miércoles, 5 de diciembre de 2007

DICIEMBRE: FELIZ SINÓNIMO DE AMOR Y NAVIDAD

Diciembre y Navidad son felices sinónimos que llenan nuestra cotidianidad de una atmósfera jubilosa y febril. Sus canciones, aromas y sabores no se repiten en ninguna otra época del año. Rebosan el amor, la amistad, la solidaridad… y fluye un caudaloso cauce de sentimientos positivos.

En nuestro país, la Navidad está poblada de aguinaldos, villancicos, gaita zuliana, gaita de tambora, parranda de la costa, cantos de paradura y parrandones de casa en casa; signados también están los días decembrinos por la preparación en familia de hallacas, dulce de lechosa, ensalada de gallina, pernil, torta negra, pan de jamón y otros manjares, alegres patinatas, intercambios de regalos, vigilias en espera de la Misa del Gallo y otras tantas prácticas perpetuadas generación tras generación.

Ese alborozo que hoy en día a todos nos toma por asalto tiene su raíz en antiquísimas celebraciones paganas, como la fiesta del solsticio de invierno (21 de diciembre) que anticipaba el retorno del sol en la futura primavera, trayendo consigo un paulatino renacimiento y reverdecer. Por su parte, en esa misma época del año, los romanos festejaban la llegada del dios Helios, mientras que en el Norte de Europa se le daba la bienvenida al Niño Sol –festividad de Yule. En tales galas, eran rasgos comunes el encendido de fogatas, los animados bailes y el intercambio de regalos en representación de abundancia y fertilidad.

La Iglesia Católica fusionó estas fiestas paganas con la celebración de la Navidad, el glorioso advenimiento de Jesús, el niño Dios. La vistosa estética de nuestras actualidades navidades tomó cuerpo en los albores del siglo XIII, cuando el joven San Francisco de Asís recreó el primer Nacimiento del que se tenga noticia, representado con personas y animales; en adelante, devino popular costumbre colocar figurillas en barro o madera recordando la sagrada familia y los Reyes Magos.

¿Quién entrega los regalos en Navidad? Varía según la zona del globo terráqueo que consideremos. En muchísimos países destaca la figura de San Nicolás de Bari, un santo oriundo de Turquía, delgado y de tez morena (muy distinto al robusto personaje, creado –parece mentira- por una marca de refrescos, que hoy invita al consumismo) quien hacia el siglo IV de nuestra era regaló su fortuna a los pobres y dedicó su sacerdocio a la causa de los más necesitados. En otros países, como España, son los Reyes Magos. En Italia, una brujita buena, la befana rellena las medias de los niños buenos con regalos y dulces, y de piedras y carbón para los más traviesos. En Colombia, República Dominicana y en nuestra querida Venezuela, es el mismísimo Niño Jesús en persona quien se aparece en la Nochebuena para hacer entrega de los presentes.

Previa a la apertura de los regalos, la cena de nochebuena revela el carácter multicultural que nos identifica como pueblo, hermosamente resumido en la hallaca, plato mestizo por excelencia –compuesto por el maíz y las hojas de plátano originarias de América, una increíble panoplia de aliños provenientes de todo el orbe, la carne porcil y vacuna traídas los europeos. El pan de jamón, el pernil, el dulce de lechosa y el ponche crema completan ese tradicional quinteto de autóctono sabor decembrino. Por añadidura, con cada oleada inmigratoria, nuevos platos se han sumado a nuestra mesa navideña, como el panettone y pandoro italianos, el pavo anglosajón, el turrón español, las nueces, castañas y avellanas europeas y los cannolli sicilianos.

De igual manera, en las familiares fiestas de víspera – tanto de Nochebuena como de Año Nuevo- es común que los ritmos con los que por siglos hemos cantado loas al Redentor, como gaita, aguinaldo y parranda costera, se alternen con salsa, merengue, pop y hasta con sonidos un tanto más alternativos, como ska o reggae, cuando en un descuido los jovencitos de la casa se apoderan de la ambientación para celebrar la natividad a su manera, arrancando una cómplice sonrisa de los adultos.

Y en medio de la vorágine de actividades navideñas, a mitad de mes, los venezolanos y venezolanas hacemos un paréntesis para recordar al Genio de América, el Libertador Simón Bolívar, quien falleció el 17 de diciembre de 1830. Su sueño de unidad continental crece en vigencia con los años, y su ideal de igualdad y libertad para todos los hombres y mujeres está más vivo y presente que nunca.

Con la idea de exaltar esa forma diversa de hacer nuestra la navidad, PDVSA-Centro de Arte La Estancia despide 2007 a ritmo de villancico, aguinaldo, gaita, parranda y, con sonidos urbanos. Así, el consecuente público estanciero dará la bienvenida a la navidad en compañía del sabor que pondrá las Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas (sábado 8) y el sonido magistral de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho, sazonado con la vistosidad tradicionalista de los Vasallos del Sol (domingo 9). El remanso de la parranda y su cálido deambular de casa en casa estará representado por el grupo Los Parranderos (sábado 15) y la frescura de las Voces Risueñas de Carayaca (domingo 16), mientras que la gaita, reina de la pascua venezolana, se dejará escuchar bajo la interpretación de Sabor gaitero (sábado 22) y la cadencia de Cristóbal Medina y su Gaita (domingo 23), guapachoso preludio al enérgico adiós que nuestro público juvenil dará a este año a ritmo de reggae y ska que traerá Papashanty Sound System (viernes 28) y el gran Concierto de Cierre a cargo de Otilio Galíndez y Francisco Pacheco y su Pueblo (sábado 29), como cadenciosa promesa de un venturoso y próspero 2008 lleno de unión, concordia y esfuerzo en la construcción de la Patria Buena.

Y mientras el frescor de Pacheco baje del Ávila, el infaltable Nacimiento perviva en la esquina más vistosa de la casa, el descorche de las botellas, el palmoteo de los aplausos, al latir de los corazones, al calor de los abrazos y el meneo de los bailes alegren el primer tic-tac del Año Nuevo, la esperanza de un mundo persistirá en cada venezolano y venezolana, feliz preludio de esta sociedad cada vez más justa y democrática que entre todos estamos construyendo.

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