Auspiciada por PDVSA-Centro de Arte La Estancia
Caracas, 13.12.07.- Un perímetro de 13 metros de largo por 4 de ancho -que acoge un pequeño universo de pinturas, muebles, prendas de vestir, vajillas, condecoraciones y otros efectos personales pertenecientes a Simón Bolívar- conecta al público visitante con la naturaleza humana del Libertador de Naciones.
Se trata de la Sala Bolivariana que tiene lugar en la Casa Santaella, nuevo espacio histórico-museográfico contiguo al Panteón Nacional en el céntrico Foro Libertador caraqueño. Dicha sala cuenta con el auspicio de PDVSA-Centro de Arte La Estancia, en el marco de su eje de acción de rescate patrimonial y el cumplimiento del Tercer Motor Constituyente Moral y Luces, para poner este legado de nuestro Libertador al alcance de todos los venezolanos y venezolanas por espacio de 10 años, tiempo que dura el compromiso formal, con amplias posibilidades de extenderse.
La colección que halla asiento en la Sala Bolivariana, al igual que la del resto del Museo Fundación Boulton –como también se le conoce- fue pacientemente iniciada a mediados del siglo XIX por el médico, científico y escritor Arístides Rojas, consciente del valor arqueológico e histórico de sus “cacharros”, como por cariño hacía llamar a sus insustituibles piezas. Las mismas fueron heredadas por familiares directos, quienes las ponen a disposición del público a través de esta nueva institución museística.
En torno a esta iniciativa, la Gerente General de PDVSA-Centro de Arte La Estancia, Beatrice Sansó de Ramírez, dijo que es el objetivo de dicho auspicio es “asegurar la permanencia y disposición de este acervo histórico donde nos podemos ver reflejados, en cada cuadro y dibujo de Bolívar vestido elegantemente o de forma corriente, recordándonos que el Libertador, antes que figura, fue un ser de carne y hueso, humano, el de las 3 comidas, el del baile, el de la sonrisa, el de las cartas, el que llevaba su neceser con sus peines a las batallas … como cualquiera de nosotros”.
Un grande hombre como todos
Pocas colecciones revelan la vital cotidianidad de un personaje cuyo quehacer y pensamiento, adelantados con creces para su época, lo envuelven en la neblina de la grandeza mítica.
En tal sentido, el visitante de la Sala Bolivariana tiene la oportunidad de apreciar el paso del tiempo sobre la figura del Libertador, a través de una invalorable iconografía. Óleos, carboncillos y acuarelas ejecutadas por reconocidos autores de la época como Antonio Meucci, François Desiré Roulin, José María Espinoza, H. Fréres Thierry Walter y José Gil de Castro, entre otros, dan cuenta gráfica de la existencia de Simón Bolívar desde su niñez hasta su ocaso, pasando por sus años de gloria y gallardía. Destaca de manera particular las curiosas litografías de Engelmann y Langlumé, reflejando a un Bolívar elegante, icono de la moda de entonces que, a la par de su valía como estadista, militar y hombres de avanzadas ideas políticas, dictaba pauta en materia de estilo.
De igual modo se hallan en este recinto artículos de naturaleza militar como condecoraciones, medallas y cinturones de uniformes. Por su parte, otros efectos personales brindan idea de su orgulloso origen, como una butaca perteneciente a su familia, y otros vislumbran el dolor de su ocaso, como la manta que le dio calor durante sus últimos días en la hacienda San Pedro Alejandrino en Santa Marta, Colombia. De estos tesoros, resulta muy llamativo –quizás sea la reliquia más vista en la Sala- el Neceser de Campaña del Libertador, que contiene brújula, tijeras, distintos peines –para el cabello y el bigote- frascos para colonia y otros bálsamos, que revela el cuidado puesto por Simón Bolívar hacia su apariencia, aun estando en inhóspitos lugares.
Vajillas que hablan de historia
Mención aparte merece la sección de vajillas conmemorativas, que en la Casa Santaella han hecho llamar la loza parlante por la cualidad de brindar datos históricos inscritos como parte de sus viñetas, en los que El Libertador tuvo participación protagónica.
Así, en esta Sala se exhiben el juego completo de vasos, platos y sopera con la inscripción Ser Libre o Morir, acompañada de una efigie bolivariana, confeccionada por encargo del Marqués del Toro en 1827 para agasajar al Libertador durante su último viaje a Caracas. Asimismo, puede apreciarse una vajilla que hace alusión gráfica en cada una de sus piezas a relevantes hazañas militares, como la Batalla de Carabobo, Ayacucho y Junín.
Completan este virtual paseo por la memoria de Bolívar otros notables objetos, como tallas, briseras conmemorativas, un imponente candelabro de plata confeccionado por la prestigiosa casa Mortimer and Hunt de 1842, cofres, documentos y otros recuerdos que sólo esperan de la visita y responsable uso por parte del público deseoso en hacer suyo un pedazo de la historia de nuestro Libertador.
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Caracas, 13.12.07.- Un perímetro de 13 metros de largo por 4 de ancho -que acoge un pequeño universo de pinturas, muebles, prendas de vestir, vajillas, condecoraciones y otros efectos personales pertenecientes a Simón Bolívar- conecta al público visitante con la naturaleza humana del Libertador de Naciones.
Se trata de la Sala Bolivariana que tiene lugar en la Casa Santaella, nuevo espacio histórico-museográfico contiguo al Panteón Nacional en el céntrico Foro Libertador caraqueño. Dicha sala cuenta con el auspicio de PDVSA-Centro de Arte La Estancia, en el marco de su eje de acción de rescate patrimonial y el cumplimiento del Tercer Motor Constituyente Moral y Luces, para poner este legado de nuestro Libertador al alcance de todos los venezolanos y venezolanas por espacio de 10 años, tiempo que dura el compromiso formal, con amplias posibilidades de extenderse.
La colección que halla asiento en la Sala Bolivariana, al igual que la del resto del Museo Fundación Boulton –como también se le conoce- fue pacientemente iniciada a mediados del siglo XIX por el médico, científico y escritor Arístides Rojas, consciente del valor arqueológico e histórico de sus “cacharros”, como por cariño hacía llamar a sus insustituibles piezas. Las mismas fueron heredadas por familiares directos, quienes las ponen a disposición del público a través de esta nueva institución museística.
En torno a esta iniciativa, la Gerente General de PDVSA-Centro de Arte La Estancia, Beatrice Sansó de Ramírez, dijo que es el objetivo de dicho auspicio es “asegurar la permanencia y disposición de este acervo histórico donde nos podemos ver reflejados, en cada cuadro y dibujo de Bolívar vestido elegantemente o de forma corriente, recordándonos que el Libertador, antes que figura, fue un ser de carne y hueso, humano, el de las 3 comidas, el del baile, el de la sonrisa, el de las cartas, el que llevaba su neceser con sus peines a las batallas … como cualquiera de nosotros”.
Un grande hombre como todos
Pocas colecciones revelan la vital cotidianidad de un personaje cuyo quehacer y pensamiento, adelantados con creces para su época, lo envuelven en la neblina de la grandeza mítica.
En tal sentido, el visitante de la Sala Bolivariana tiene la oportunidad de apreciar el paso del tiempo sobre la figura del Libertador, a través de una invalorable iconografía. Óleos, carboncillos y acuarelas ejecutadas por reconocidos autores de la época como Antonio Meucci, François Desiré Roulin, José María Espinoza, H. Fréres Thierry Walter y José Gil de Castro, entre otros, dan cuenta gráfica de la existencia de Simón Bolívar desde su niñez hasta su ocaso, pasando por sus años de gloria y gallardía. Destaca de manera particular las curiosas litografías de Engelmann y Langlumé, reflejando a un Bolívar elegante, icono de la moda de entonces que, a la par de su valía como estadista, militar y hombres de avanzadas ideas políticas, dictaba pauta en materia de estilo.
De igual modo se hallan en este recinto artículos de naturaleza militar como condecoraciones, medallas y cinturones de uniformes. Por su parte, otros efectos personales brindan idea de su orgulloso origen, como una butaca perteneciente a su familia, y otros vislumbran el dolor de su ocaso, como la manta que le dio calor durante sus últimos días en la hacienda San Pedro Alejandrino en Santa Marta, Colombia. De estos tesoros, resulta muy llamativo –quizás sea la reliquia más vista en la Sala- el Neceser de Campaña del Libertador, que contiene brújula, tijeras, distintos peines –para el cabello y el bigote- frascos para colonia y otros bálsamos, que revela el cuidado puesto por Simón Bolívar hacia su apariencia, aun estando en inhóspitos lugares.
Vajillas que hablan de historia
Mención aparte merece la sección de vajillas conmemorativas, que en la Casa Santaella han hecho llamar la loza parlante por la cualidad de brindar datos históricos inscritos como parte de sus viñetas, en los que El Libertador tuvo participación protagónica.
Así, en esta Sala se exhiben el juego completo de vasos, platos y sopera con la inscripción Ser Libre o Morir, acompañada de una efigie bolivariana, confeccionada por encargo del Marqués del Toro en 1827 para agasajar al Libertador durante su último viaje a Caracas. Asimismo, puede apreciarse una vajilla que hace alusión gráfica en cada una de sus piezas a relevantes hazañas militares, como la Batalla de Carabobo, Ayacucho y Junín.
Completan este virtual paseo por la memoria de Bolívar otros notables objetos, como tallas, briseras conmemorativas, un imponente candelabro de plata confeccionado por la prestigiosa casa Mortimer and Hunt de 1842, cofres, documentos y otros recuerdos que sólo esperan de la visita y responsable uso por parte del público deseoso en hacer suyo un pedazo de la historia de nuestro Libertador.
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